C
A R I
Ñ O S A
“Cariñosa.” Una extraña canción para
mí y siento que para sus autores-”El Dúo Dinámico”-; porque su letra es amorosa
pero su música es dolorosamente nostálgica, resignada y eterna.
No sé, si cuando la escuché por
primera vez, yo estaba en esa situación de adolescente; que después de un día
pleno con su amada, el siguiente puede ser tan penoso como el de la música y
causado por una nimiedad que se ha adueñado de su mente…
Lo cierto es que siempre que la he
oído he sentido igual; aunque ahora –y desde hace años- esa nostalgia resignada
y eterna no habla de amor humano; sino de anhelo de algo lejano, tenido y
perdido de la existencia…
…Desgrano –o trato- sus acordes, y
siento: un recuerdo que eleva su alegría, goza y me enternece, y, vuelve a ser
rememorado como un ensueño; y una declaración de amor desgranada, repetida y
llena de promesas que se exalta en un
júbilo;…y todo, vuelto una y otras vez a ser cantado en la misma melodía. Después
se va perdiendo en un sonido que se
queda clavado en el vacío; y esa nota lanzada a la soledad es la que envuelve
la canción del dolor y la pérdida, que siempre irán con ella.
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Muchas veces he tratado de buscar en
la melodía, en sus acordes, en sus notas, y, hasta en sus disonancias, lo que
he perdido. Pero la música, aunque esté tan cercana a lo que siento alma no
dice más. Quizás no lo sabe, algo la
enmudece, o sólo es el decir del anhelo;
aunque es tan honda que creo que está más allá de él mismo;…y no lo está.
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He buscado personas, momentos,
naturalezas que han estado cerca y después se han alejado o desaparecido; pero
esas pérdidas no son lo que me duele ahora, antes y siempre…Solamente lo es, y
está en el mar…
…He pasado mucho tiempo en sus
orillas: en calas pequeñas y escondidas entre rocas y farallones, vacías de
gente y casi de vida, y, en días de luz
ya atardecidos. Y en ellas –a las que me han llevado la música, la mente y el
sueño- he recorrido el mar, desde su orilla a lo más alejado del horizonte; me
he quedado absorto en un lugar de sus aguas, denso, profundo, destellado y
extraño, y, he sentido su abismo, como si fuera mi nada.
Pero en él está lo perdido; aunque mi
mente para calmar su propio vacío, trata de pensar y buscar en lo que hay –otro
mundo,…el mismo mundo- detrás del horizonte…
No he querido –no he podido-
seguirla, aceptar ese consuelo; y he permanecido dolorosamente absorto en el lugar…A veces, mi imaginación –o algo de la verdad- me ha
llevado a hundirme en las aguas, mudarme en ellas hasta ser una gota, sentirme
ser al dejar de ser yo mismo y reaparece
en el origen de todo.
Otras veces, surcando las
profundidades, he llegado a lugares y tiempos ajenos a los míos, aunque han
existido. Pero, nunca he encontrado lo perdido, ni mi anhelo se ha hecho gozo. Y
la calma, la resignación o el olvido tampoco han permanecido en mí para que lo
abandone todo.
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Hoy he vuelto a una de esas calas. He
llegado en pleno día, cuando el mar es solamente mar: orillas, arena, agua,
olas, vaivenes y sonidos. He recorrido esa bajamar que todavía se siente tierra
firme y poco me dice de deseos. Luego, he escudriñado esas otras aguas que ya
han empezado a empequeñecerme con su vastedad encrespada, su sonar ajeno a las
orillas y su azul denso y destellante; y he avanzado mi mirar tras ellas hasta
que el mar se ha hecho una negrura pegada al horizonte, que ya casi no veía, me
daba –ahora- miedo y era mi mar…
Después me he quedado quieto,
impresionado y dolorido, cerca de la orilla desde la que he mirado e imaginado
todo el lugar. Y no recuerdo bien haber
hecho nada más el resto del tiempo; hasta que ha llegado el final de la tarde,
todavía envuelto en la luz del crepúsculo.
Entonces, desbaratando mi
ensimismamiento, el deseo de siempre – que me ha traído a este lugar- ha
saltado en un impulso para entrar en el mar. Me he llegado a la orilla; me he sentado
para que el agua me fuera acercando a
él; y me he levantado avanzando hacia dentro, mientras mi mente pensaba en
hundirme; pero, cuando mi cuerpo ha sentido el miedo, todo se ha ido de mí y he
regresado a la orilla.
Desde ella sí puedo –sin ese temor- mirar mi
lugar, sentir su abismo, quedarme absorto y buscar en él…: Palpo sus aguas,
aunque intuyendo que aquí arriba no hay nada; vuelvo a pensar en hundirme, pero
esas otras veces haciéndolo sin que después tenga alguna certeza, lo echan de
la mente; y, entonces, para tener algo,
dejo que la canción –su música- suene en aquella mientras yo la siento en mí.
Entonces, a pesar de su tristeza, la
nostalgia –como siempre- lleva a que goce lo perdido, lo presienta en alguna
parte de mí y lo desee. Después, este goce, este presentimiento y este deseo
–sentidos una y otra vez, pero sin salir de ellos mismo-hacen que –ahora- sea
su fuerza la que silencie la música –rompiendo su última nota- y me dejen solo frente al vacío y al algo que
hay en el lugar.
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Las otras veces que he estado aquí no
he encontrado nada –pese a mi seguridad y presentimiento- cuando me he enfrentado al vacío.. Pero hoy,
algo está penetrando en mi mente, algo estoy viendo y algo está sucediendo: un
tiempo antiguo, un tiempo de ahora y un espacio fuera de este mismo; me están haciendo
ver un crío, yo en el presente y un lugar en el origen de todo.
El crío –soy yo- está jugando en esta
agua; en la que chapotea, salpica y atrapa; y es, sencillamente, feliz;…y yo
estoy, también, sintiendo como él y viviendo en mi pasado… Pero mi presente,
simultáneamente, está aquí; y pienso, rechazo, temo y sigo buscando…: Hace años
yo no había nacido pero estaba en el agua; ¿éste es mi anhelo?; el lugar es un
abismo, el crío puede hundirse y no volverá a vivir; fuera de esta agua y fuera
de este mar, siento otro espacio –como si estuviera fuera del tiempo- que está entrando en mí…
…Todavía no es más que una sensación
de aturdimiento, extrañeza y opresión; aunque en mi mente se está deshaciendo
mi conciencia y emergiendo otra, desconocida.
Pero el mar - desde su abismo- sí que lo he sentido, y visto, como un
largo camino que lleva al vivir o al regresar a so origen.
Siento miedo por el crío, por
mí;…siento pánico por lo que está pasando en mi mente;… y siento que puedo
encontrar lo perdido; y dejo que suceda.
…Lo que está quedando en mi
conciencia es ese lugar inmenso, oscurecido y lejano que fondea el firmamento; aunque,
ahora, esté tan lleno de estrellas que desaparece su soledad y dejo de sentir los miedos de antes; como si mi mente
hubiera cambiado.
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Pero, de pronto, sin que medie un
tiempo, estoy en el interior de lo que antes creía el firmamento, y ya no lo es; y yo me voy hundiendo en él.
Ahora, otra vez, siento pánico por esto que nunca había estado en mi
conciencia; porque cuando ocurría en el mar, era en un lugar de él, en un
paraje del que podía salir, en algo –aunque alterado- conocido de antes…
Y, aquí, mi cuerpo –todavía tengo su
sensación- se está empequeñeciendo como si fuera absorbido desde su interior; y
yo, no sé qué es esto en lo que he entrado.
Las estrellas –si siguen siéndolo-
son chispas de luz insignificantes que lo llenan todo como el polvo interestelar
de antes; y el espacio es un vacío de sí
mismo, es su expansión desde el punto
que parece haberlo creado y al que yo me hundo.
No sé cómo, pero desde que entré aquí, y hasta ahora, mi ser –mi mente y
mi cuerpo-, ha seguido estando –aparentemente- vivo, como antes; pero sintiendo
que mi conciencia se volvía otra…Y, aunque sigo hundiéndome y desapareciendo en
mí mismo, no tengo miedo y se está yendo mi extrañeza…ante lo que está pasando.
Ya no siento el cuerpo; y lo he
perdido como si se hubiera vuelto
materia –lo que antes fue- unido a mí, a la conciencia y al algo que se mueve
hacia lo que sólo se manifiesta en energía: materia, conciencia y
¿qué?...porque el algo es lo que he creído ser,…y lo que está apareciendo en mi
monte, como si emergiera de sí mismo.
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De pronto, todo se precipita. La
materia residual y el algo que anhelaba y buscaba lo perdido están
desapareciendo en este espacio que se expanden se hunde. Y la conciencia ya
sólo es conciencia de sí misma; porque lo que ha ido emergiendo en el ser aún
ni es algo de ella.
[Y
el otro algo –yéndose, aún atrapado por lo que era- ahora está viviendo
–con un resto de aquella conciencia- su fin y el de su propio mundo:
“Siente que corre por los aires en un
mundo caótico: Edificios que van cayendo desde alturas inconcebibles, desplomándose
a trozos, ennegrecidos por el paso del
tiempo, y, recordando, no una ciudad cualquiera, sino la urbe humana.
Él cruza casi a ras del suelo calles y calles en
un trazado enrevesado; calles vacías de todo salvo de una polvareda sofocante
hecha de ruinas de vida; calles desbordándolas el agua, anegándolas y
desapareciendo a su paso. Y todo, desencadenado
sin saber la causa y sin que pueda detener se.
Arriba, el cielo. Un cielo
extrañamente luminoso; y cada vez más alejado de la tierra, como si él también
tuviera que abandonarla”...
Después, todo se desvanece de este resto
de conciencia, y un vacío es lo que permanece ante el algo, hasta que aquella
misma desaparece en el pasado y aquel lo hace con ella.}
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Un nuevo ser ha emergido tras el
firmamento que se expande y se hunde…Y, un nuevo paraje.
Parece real; como si fuera un lugar
de la Tierra.
Una playa…Agua y tierra; pero no es
sólo el mar orillado en la arena; sino lo que queda en aquella cuando la bajamar
ha dejado de seguir su huída: agua y arena encerradas entre sí.
Pero
aquí, el agua no ha venido del mar y la arena no la ha retenido…Es la
misma tierra; brotando agua o emergiendo
suelo.
Y es un paraje que acaba en un
horizonte, aunque éste no se muestra lejano, distinto o irreal; sino que
todo semeja ser igual, cercano y real…
Pero, no es un lugar de la Tierra, lo
que está pareciendo ahora esta realidad en la conciencia del nuevo ser; y sí es
lo que el viejo ser solamente presentía, anhelaba y buscaba fuera de su mundo…
Y esta realidad, a pesar de su rara
simpleza, no es extraña en la conciencia de aquel; que, lentamente, como si despertara
de un sueño, empieza a sentir la plenitud de ser.