martes, 25 de agosto de 2020

AQUEL ALGO

 

                                                           A Q U E L    A L G O

 

                         Aquel algo que, un instante antes de su muerte cerebral, el despliegue torrencial de sus recuerdos le hizo seguir en la vida ,y, moverse físicamente en ella, como si fuera un ectoplasma; habría enloquecido si hubiera seguido vivo en la realidad, después del despliegue instantáneo de toda su vida.

          Los recuerdos comenzaron a aparecer en su mente con la lentitud y la suavidad de una rememoración buscada, mientras el cerebro se apagaba, pero después el torrente de aquellos consiguió reactivarlo, hacer emerger otras áreas más allá de la mente  de un  ser vivo y ectoplasmar el cuerpo.

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          Cada rememoración –un hecho, un sentimiento, una emoción, una causa, una consecuencia, una circunstancia –pronto dejó de ser una sola vivencia; porque ninguno de sus elementos fue un dato único, sino plural; y la velocidad –acelerándose continuamente- del proceso del  recordar fue  reactivando el cerebro,  pero  haciendo imposible que aquella mente realmente tuviera conciencia de lo que le llegaba; aunque posible, el deterioro funcional del aquel… Cuando éste llegó, ninguno de los elementos del recuerdo quedó unido a los otros asociados a él; sino que todo fue un caos; un caos que destruirá   el espacio y el tiempo de lo que fue su vida, deshará la mente que humanizaba al algo, y se irá separando lo que es el ser –aquellas áreas emergentes- de lo que antes había existido, dejando a éste entre esas dos realidades, en un resto energético que pronto desaparecerá.

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          El algo –cualquier algo- en el momento de la muerte reconoce, siente, revive y recuerda su vida a través de su espacio y su tiempo; después es un resto orgánico que restituye su materia y su energía, y, se ectoplasma: ya no existe, pero empieza a ser  ser, en tanto desaparecen él y su recuerdo.

          El ectoplasma es una memoria que, desbaratada en su espacio y tiempo; sólo tiene como  soporte existencial lo que es un recuerdo de vida rota, incomprendida, absurda, deshilachada y vacía;  y un afecto que lo mueve a buscar, no encontrar, pedir y ser desoído; porque no está en la existencia.

          …Cuando estaba, cuando existía, cuando recorría su tiempo y se movía en su espacio, se sentía en todo; cuando se aquietaba el hacer, meditaba y se buscaba fuera, siempre encontraba un anhelo y siempre llegaba su nostalgia, traídos por el recuerdo; pero el recuerdo estaba hecho de hilos a través del tiempo, nunca rotos y nunca siendo los mismos, aunque siempre separados  de otro hilo que venía de aquello que anhelaba, lo ennostagiaba y lo sentía ser;…lo que ahora, después de la muerte, está siendo.                   

 

 

 

miércoles, 12 de agosto de 2020

Caído en el mar

 

                                                C A Í D O    E N   E L   M A R

 

                         De  pronto estoy en el mar, caído en él. Noto el agua que el oleaje mete en mi boca al tragarla sin poderlo evitar y noto que a veces puedo echarla fuera de ella; pero los dos momentos se suceden una y otra vez, sin que esté en mis fuerzas – desgastadas, nerviosas, descontroladas- el impedir lo que está sucediendo.

          Siento miedo y casi terror; sin embargo algo en mi mente no parece preocuparse demasiado por lo que me está ocurriendo  y puede llegar a suceder: mi muerte no es –para él- más que un suceso natural y probablemente cercano… Mi cuerpo, sí trata de sobrevivir; aún con tan escasas fuerzas.  Mi –otro algo de mí mente- ni lucha, ni acepta, ni…

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          …Son sensaciones; que me aterrorizan porque me van invadiendo desde  el otro algo; mostrándome el mar, el oleaje, el vaivén, el color y la profundidad; como nunca los había sentido…, y, todo, lenta e inevitablemente me trae la agonía de la muerte.

          El vaivén de las aguas me hace sentir que me va entregando  todo el tiempo al dejarme hundir y acabar; pero las olas se acercan, golpean, desaparecen… y el miedo, el dolor y la calma –retornando una y otra vez- hacen reaccionar, enfrentarse y perder a mi cuerpo; para que solamente deje de tener la paz de antes y vuelva s sentir la inquietud de la caída…

          Y entonces, cuando el agua penetra en mi boca, ciega mis ojos y me siento hundido en ella; el azul del mar desaparece ennegreciéndose, su sal quema mi garganta y mi cuerpo sumergido unos instantes siente el tirón y la caída hacia el abismo;… pero todavía sigo estando fuera de él; y, lentamente, el mar se calma  y solamente estoy caído en él, sostenido entre dos aguas.

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          Durante un tiempo que trascurre  pero no lo noto transcurrir; otra vez, algo de mí, ve este lugar del mar separado de cualquiera  de sus orillas, horizontado por un cielo tan alejado de las tierras y tan azul y denso como él; y, serenándome con su brisa, su vaivén y su frescor diluído, mientras que ennirvana al alma. Después, vuelve el tiempo, el mar encrespado, mi cuerpo hundido y el resto de mi ser liberado del recuerdo de antes –que fu sólo eso-; y; comienzo a caer, ahora, sin que nada lo evite…

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         …Y el alma deja de ser lo que fue en la caída y lo que fue en mi recuerdo; porque ahora la muerte –que está llegando- es una sola sensación, en todo mi ser;  de oscuridad –cada vez más densa- entrando en mí; volviéndome ella, cayendo a través de espacios que horrorizan a lo que aún  sigue sin morir y entrando en una nada que ya no puedo sentir.

 

                                     


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