viernes, 25 de marzo de 2022

FUEGOS ARTIFICIALES

 

                       F U E G O S   A R T I F I C I A L E S

 

                         En el comienzo –no lo hubo- de la Eternidad no había vida, no habían planetas, no habían estrellas, no habían galaxias, no había materia oscura; tampoco partículas, ondas, fuerzas separadas…Sólo, habían la Energía y el Caos;…y la Entropía (la condición de la Nada).

          El Caos; sólo protopartículas  y energía; el desorden primero o último de la Realidad.

          La Energía sí era real, siendo energía o siendo materia; materia, cuando su fuerza se cerraba sobre sí misma, y, energía, cuando se liberaba de su propia obstrucción.

          Y desde el comienzo –que no hubo- de la Eternidad, todo fue un devenir continuo y reversible de los estados de la Energía: materia que se hacía energía, energía que se hacía materia…Si sólo hubiera sido materia, habría sido la quietud eterna e inmensa que, entrópicamente, habría desaparecido en sí misma; si sólo energía, la inquietud, también eterna e inmensa, que tampoco habría evitado esa inercia. Pero, no era así; porque cada estado, al mantener dentro su contrario, impedía la degradación de la Energía en el caos, en la nada; ya, que el proceso –reversible- invertía la inercia establecida.

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          En la fase energizada de la realidad, había espacio, tiempo, energía y materia; pero, no, como en el universo, aún inexistente: El  espacio no estaba extendido en las distancias, aunque se expandía o se contraía como si aumentara o disminuyera; y el tiempo no transcurría, sino con la rapidez de la misma instantaneidad. Y, lo que había en este espacio que producía el movimiento, era la vibración de la Energía energizada.

          En todos los puntos de esta realidad, las vibraciones se rompían en otras idénticas, que se reproducían y propagaban en igual proceso; expandiendo el espacio que creaban continuamente. Todo era energía que se transformaba en ella misma y un espacio energizado que cambiaba sin cesar; pero  en los puntos de ruptura –puntos residuales de energía- esa pequeña fracción del espacio que se había formado, quedaba encerrada, presionada e inmovilizada; y hecha de materia y energía reversibles, degradándose en materia y energía degradadas –las del caos-.

          En esta extraña realidad la energía era espacio y el espacio era energía; la expansión del espacio era el fluir de la energía, y la detención del espacio, la ruptura de la energía. Energía y materia, Energía en dos estados; aunque los de la ruptura eran azarosos, informes y puntuales; pero incesantes en la totalidad del espacio…Energía era lo que existía y los puntos eran la singularidad.

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          En el comienzo –que…-de la Eternidad también había algo distinto de la realidad que  creaba la energía al expandirse; primero, causado por el mismo proceso –secundario a éste-; después, simultáneo con él.

          Los puntos –aquellos- de ruptura, acababan siendo espacios de materia, peo, a la vez, de energía; degradándose  o ya degradadas,. Y en ellos, la realidad y sus procesos eran diferentes:

          Nada era estable, salvo el proceso hacia el caos; y en esta nueva realidad –la de los puntos-, todo aparecía, desaparecía y cambiaba sin cesar; sometido a la reversibilidad materia-energía, a la presión externa y a la entropía. Y su materia –de partículas cuasielementales- era y no era casi simultáneamente; mientras su energía –casi instantáneamente en movimiento y transformación- no llegaba a salir del punto.

          La materia y la energía duraban un solo instante, en el que algo se transformaba en algo…Recordaba el fuego; lanzando chispas que alteran su color y su forma y se desvanecen, después de muy poco, en el aire; mientras otras empiezan el mismo proceso…

          Aquí, nada parecía existir; sólo era el desorden entrópico –casi un caos- simultáneo al proceso de energía, en el comienzo -…- de la Eternidad.

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          Pero, la energía –no encerrada en los espacios de ruptura- se expandía en todos los puntos de la realidad; sus vibraciones redundaban espacios; y los vacíos de ruptura se formaban, se rompían o eran realcanzados;…pero  esta realidad no era caótica –ni informe, ni desordenada-, sino creada y creadora:

          En los puntos realcanzados por la expansión energética, se alteraban los estados sobrevenidos de degradación de su materia –partículas cuasielementales- y de su energía –encerrada-; porque se colapsaban sus procesos inérticos, enlentecidos hasta detenerse.

          Después de un tiempo –breve, pero real- algunas partículas –reenergizadas- se agrupaban simultáneamente, sincronizando presencias y desapariciones; a la vez que la energía –incrementada- generaba movimientos que las reunían en configuraciones distintas.

          Este nuevo proceso se extendía durante un tiempo y las formas se iban multiplicando continuamente hasta que casi ninguna partícula quedaba aislada.

          Sus formas eran simples, muy redundantes, inestables y azarosas; casi sin evolución en las configuraciones, por falta de interacción. Pero, esta realidad volvía s ser removida –energéticamente-   y alterada; y surgían otras fuerzas que reunían, dispersaban, separaban o atraían, tanto a partículas como configuraciones. Y esta realidad dejaba de ser como antes: ahora, formas que permanecían, fuerzas que las organizaban, diversidad, transformaciones y crecimiento.

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          Cuando la Energía se cerraba a sí misma formando bucles esferoidales, su expansión externa quedaba colapsada.

          Internamente, su propia presión iba impidiendo la expansión vibratoria y la creación del espacio; y, así, la energía –contrayéndose continuamente- iba conformando una aparente e inmóvil materia –ni la del universo, ni la de los puntos de ruptura-; aunque, realmente, no había tal materia, sino bucles energéticos.

          No había, de inmediato –no podía haberla- reversibilidad materia-energía; no había, tampoco, caos –todo era un movimiento energético-; pero sí había entropía –condición ineludible de la realidad-, que detendría el proceso.

          Por eso, todo llegaba a un estado último; en el que la presión estaba casi estabilizada y había un mínimo fluir vibratorio, al final, puntos de ruptura: espacios cerrados, energía, materia; pero, sin presión externa degradante y con reversibilidad…Y, cuando la Energía –por su misma peculiaridad- se liberaba de su propia obstrucción, aparecían partículas elementales libres, y, fuera del espacio energizado.

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          Después del comienzo de la Eternidad seguía habiendo Caos, Entropía y Energía. Energía en fases energizadas y materializadas; pero, siempre, en cualquier realidad que apareciera, sometidas al proceso de reversibilidad.

          También, producidas en cualesquiera de las dos fases, habían partículas: ondas, como “materia encerrada en energía” y, propiamente, partículas, como “energía encerrada en materia”. En las primeras –las vibraciones- el movimiento era externo, creaba –“andaba”-el espacio; en las segundas –las de puntos de ruptura y las de procesos materializantes- el movimiento era interno –“encerraba el espacio”-.

          Pero, tanto unas como otras, alcanzables por la expansión energética; por lo tanto, reenergizdas, alteradas y configuradas interactivamente…

          La Primera Realidad –Energía, Entropía y Caos-; casi única, estática, monótona y cerrada; originaba una Segunda Realidad, plural, dinámica, cambiante y abierta.


 

 


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