L A
P R I M E R A C R E A C I ÓN
Es un espacio,
algo que vuela en él, y, todo solitario.
El aire que lo llena es como una niebla engrisada y turbia, desgarrada, húmeda
y casi inmaterial; lo que surca entre sus huecos se mueve sin descanso y sin
alterar su marcha –incansable y rígida-, aunque el temblor parece
acompañar su paso;…y el paisaje –un
desierto de vida y de piedra-.,sólo asemeja
un suelo que sostiene el lugar.
No hay luz ni
oscuridad, sino el vacío de una y otra
que había antes que ellas. El tiempo, en un paraje que no cambia está casi
quieto; y las distancias -¿desde dónde hasta dónde?-no se acortan nunca…Es un lugar
en las afueras del mundo.
Lo que surca el espacio sí nota que se
mueve; pero si lo hace solo o es atraído por algo, no lo detecta; y aunque
antes –cuando empezó a reducirse en sí mismo- su impulso lo llevaba a seguir;
ahora, es sólo su inercia lo que queda dentro…Y fuera, el recorrido caótico
ante esto que lo perturba…
…Ahora, esta
partícula –materia que sabe, siente y quiere- que surca el espacio, lo recorre
como si sólo fuera una piedra lanzada o caída,
movida por alguna fuerza y vacía de vida. Y, aunque la partícula no es
algo inerte, sino un alma desnudada en ella, se queda inermada por el furor del
universo que la zarandea.
Una ráfaga
repentina la toca; y un tirón en la oscuridad la impulsa hacia delante. Como si
una gravedad infinita la atrajera desde un abismo, la partícula empieza a ser
succionada a través de una nada.
En otro instante –más
enlentecido en el tiempo- la partícula parece partirse y desdoblarse. Su último
trozo de materia, irreductible en sí mismo, se desprende y cae en una espiral
vertiginosa hasta el mismo fondo; y allí queda atrapada en su fuerza.
El resto
–inmaterializado- lo sigue, aunque no llega abajo; y es un momento –un
instante- el que transcurre en medio de
esta nada… De pronto, desembarazado de su materia, es devuelto al espacio de
fuera; y en él –como un halo vacío-
empieza a regresar a este mundo…
Vuelven las
distancias del universo, pero el halo –el alma- está ya separado de ellas. Y
ahora, no necesita saber, sentir y querer; sólo recuerda lo que hay en el mundo:
“Un vacío
aparentemente frío, apagado, profundo, acechante, insondable y sin fin; que
empequeñece, asusta, desesperanza y sobrecoge… Un lleno que se oculta tras él y sólo se abre al alma humana que lo mira, se adentra y se deja
llevar.
No siente
frialdad, sino extrañeza; cuando el
misterio parece cortarle el calor de tierra y aún está desorientada.
Después, lentamente, -al ir penetrando-la negrura también se disipa y el
espacio se llena de la materia y de la luz de los mundos.
No hay vacío entre
ellos. En cada hueco centellean puntos, fluyen hilos luminosos, serpentean
destellos y resplandece el polvo de la materia…todo está lleno. Y en su seno
nada está quieto; sino que se mueve, cambia, se agita, se acerca o se aleja.
Pero el alma, en
esta llenura, no siente opresión, acecho o empuje. Se mueve entre ellos como si
sólo fuera aire pasando en el aire…
En las
profundidades, en las distancia que sólo conoce el propio universo, y las que puede llegar el
alma humana; ésta vuelve a sobrecogerse, a helársele el aliento y a mirar
atónita.
Ahora, cada
estrella, cada constelación, cada nebulosa, cada región del espacio es tan
inabarcablemente inmensa, que todo lo que hay cerca desaparece en el cielo,
eclipsado por ellas.
La luz es un
estallido. En unas, con el color del fuego enrojecido; en otras, el azul denso
del mar o el amarillear del atardecer;…hasta con la claridad blanquecina del
alba. Y los astros – cercanos o lejanos, solitarios o agrupados- en sus formas
redondeadas, alargadas, entremezcladas e informes, llenan este vacío con sus mundos
ignorados y extraños. Y aquí, como al comienzo, también, nada permanece quieto;
y todo puede seguir cambiando…
El alma, todavía
humana, se extasia con la grandiosidad, la belleza, el misterio o y el infinito
que encuentra en todo…Y, sin embargo, dentro de ella hay un gozo recordado que
le acerca lo que ve y lo hace suyo…
¿Qué siente, ahora, mirando una
estrella –a la que la distancia reduce para que pueda contemplarla-?...Un lleno
en el vacío que mitiga la soledad del espacio; otro mundo, otra vida, quizás la
misma; un deseo de estar con ella; el asombro de recrear su origen;…pero, a la
vez, la magia de la fuerza y la fragilidad del universo que, extrañamente, no
llega a atemorizarla…porque algo la hace más fuerte; algo dentro de este alma,
aunque, ahora, inalcanzable…
... La estrella
sigue ahí. Demasiado alejada de otras y rodeada del vacío –de los demás astros-
del cosmos. Su masa se agita –casi entera- y se transforma, sin cesar, creando
y destruyendo elementos que formarían
vida; su presencia en el universo es un azar y cualquier suceso de fuera –hasta
de ella misma- podría hacerla desaparecer; pero en ellas comenzó todo, quizás
hasta el alma o algo suyo…”
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Antes de que este universo naciera el alma de siempre ya existía…Después
tomó materia al emerger al mundo –cuando
éste empezaba a formarse-, y en él empezó a vivir.
El alma, ahora, ya
ha vuelto; ha dejado lo que cogió, ha recordado lo que su alma humana pudo entrever,
comprender y gozar; y, libre, retorna a su origen…
Deja atrás –en un
instante sin tiempo- el espacio que succionó su materia y la atrapó; y, deja de
ser de este universo…
...Del que es, antes,
no tenía algo que fuera materia, que algún sentido del cuerpo consiguiera encontrar; tampoco que pudiera ser energía
que moviera o se moviera;…nada, que pareciera existir. Pero el alma, sin
materia y sin energía, llegó a este lugar y siguió siendo lo que es.
Aquí nada estaba
quieto; y todo aparecía, desaparecía y cambiaba sin cesar. La materia era y no
era casi simultáneamente; su energía no llegaba a salir de sí y, cuando era, no
permanecía igual.
Todo lo que había
–partículas elementales- emergía instantáneamente en movimiento, duraba un solo
tiempo y, en esa fracción, se transformaba algo… Recordaba el fuego; lanzando
chispas que alteran su color y su forma y se desvanecen, después de muy poco,
en el aire; mientras otras empiezan el mismo proceso…
…Aquí, nada
parecía existir; nada había de aquel universo…Pero, aun, fuera del tiempo, del
espacio, de la materia creada y de su energía; este era el lugar donde había
llegado el alma…su origen.
Y siempre
–partículas, movimiento y desorden; como un caos sin sentido- permaneció
así;…aunque, una vez hubo –en una fractura de su eternidad- un instante, un
intervalo de tiempo y la materia se alteró.
Su proceso se
enlenteció hasta detenerse; y, cuando se reinició, las partículas –algunas- se
agruparon simultáneamente, sincronizando
presencias y desapariciones… Algo, fuera de ellas, rompía el sinsentido de este mundo; y se generaban
movimientos que reunían a las partículas en configuraciones distintas.
El nuevo proceso se extendió durante este tiempo
–infinitesimal-, y las formas se fueron multiplicando continuamente hasta que
ninguna partícula quedó aislada.
Era como si en
este mundo el sueño, el letargo, el tedio, hasta el ser presa de su origen;
hubiera llegado a su fin y, ahora,
comenzara otra existencia.
La materia se
organizaba…Pero sus formas eran simples, muy redundantes, inestables y
azarosas; el tiempo –aún una fractura mínima
de la eternidad- se perdía con demasiada rapidez; y, casi, no
había evolución de las configuraciones porque no interaccionaban entre sí… El
proceso no avanzaba.
…Otra vez,
algo fuera de ellas, removió la materia
y en todo se produjo más alteración.
Surgieron formas que reunían , dispersaban,
separaban o atraían, tanto partículas como configuraciones; y este mundo dejó de
ser igual…
…Aquello que parecía estar en el principio del cambio,
también se mostraba diferente. Su inercia-y la de la materia-, había generado
desde la eternidad este quieto mundo; pero, ahora con un movimiento –que siempre había estado
dentro- empezaba a recrearlo.
Era –después de la
inercia-como si la materia adoptara, ensayara y comprobara nuevas estructuras
para no desaparecer en la nada; y, en aquello, una manifestación de su ser.
El mundo tenía, ahora, la vida de la materia. Formas
que permanecían, fuerzas que las organizaban, diversidad, transformaciones,
crecimiento…Y, aquel algo, lo movía todo,
aunque sin adentrarse en nada.
-----o-----
Aquello,
desde la eternidad, era materia ser- cuando la fuerza-ejerciéndose sobre sí
misma- se replegaba y quedaba
inmovilizada; y, energía, al liberarse de su presión
La nada…no era… Y
el mundo de partículas caóticas –residuo, sin ser, en la eternidad, Habría
desaparecido en ella…
Pero, la
energía-materia, en una de sus fases de expansión lo alcanzó; detuvo su
movimiento inértico y lo transformó en otros; que –progresivamente-
interaccionaron generando impulsos entre las partículas y recreando otro mundo.
-----o-----
El
ser…era todo en el tiempo –la eternidad-,
en el espacio –el infinito-, en la conciencia -conocerse a sí mismo-;…y así,
estaba en su voluntad…
Después de
transformar aquel mundo y hacerlo vida de materia; el ser –siguiendo su
designio- se expandió en aquella, llevándole el impulso de totalidad.
En cada partícula
y en cada forma, se quedó algo de él, de la energía y de aquel deseo; y el
universo material primigenio desapareció para que el nuevo comenzara a existir
para siempre.
Cada partícula, ya,
era materia y alma. Y el alma era conciencia, voluntad, impulso de totalidad,
energía y ser. Y el ser era todo.
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El
tiempo –creado en la fractura de la eternidad- no desapareció; porque el nuevo
mundo lo necesitaba tanto como su mismo espacio, para que la vida de la materia
con alma se desarrollara hasta el ser…Después, la materia, la energía, el espacio
y el tiempo; cayeron al lugar del que
iba a emerger el universo que los uniría a todos; y la brecha de la eternidad,
sin cerrarse, quedó semiculta.
El alma –aquella
nada del mar y del alma- que fue partícula –que sabía, sentía y quería-, que
perdió su resto de materia y regresó a su origen; ahora, vuelve a ser el ser.
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