T Ú
ESTUVISTE S I E M P R E
¡Virginia..,
Virginia..! no hay respuesta tuya; aunque sé que me estás oyendo. No sé si
desde el lago, el mar o el cielo; vuelta un cisne, mudada en una roca o sumida
en un copo de nieve; pero sé que estás con ellos; y sabes que te busco.
Ahora, siento emerger el fondo,
brotar el agua, caer la nieve; cuando sus besos aparecen, se posan y se
deslizan sobre mi boca;…y no llegan solos, desde parajes lejanos, ni de labios
inertes. Tu cara, al abrir los ojos para ver el sueño, es la que tengo cerca, y,
esos besos son tus besos.
Después, en mi piel entra otra piel,
en mi calor se quema otro calor, en mi fuerza se abraza otra fuerza, y en mi cuerpo
se desmaya otro cuerpo…Otra vez fluye el lago, se embravece el mar y se deshace
el hielo; pero, ahora no te veo tan cerca; aunque sé que eres tú.
¡Virginia.., Virginia!; ¿dónde estás?...
Antes, el encanto subido, surtido y
desprendido; -el mismo que hace embelesar al cisne, eternizarse a la roca y
tintinear al copo- se metió en mi carne y dejó su caricia pegada en mi boca. Fui,
igual que ellos, hechizado por el agua que permanece quieta, lo llena todo o se
sube al cielo; fui embrisado como el cisne, fortalecido como esa piedra, mecido
como el trocito nevado; y lo fui por ti…Virginia; tú eras la que unía la
existencia insondable y anhelada en mi vida en la tierra; tú eras la que
tirabas de mí hacia todos los fondos que me han trastornado;…tú
eras…¿quién…qué?...
La mujer que arrulló mis labios era
dulce, suave, húmeda y tímida…era Virginia; la mujer que me hizo cerrar los
ojos –cuando te miraba embriagado-, que me despertó el deseo incontenible de su
cuerpo y que se pegó al mío…¿era
Virginia?...y, la mujer que se rompió conmigo hasta que nos desvanecimos por
dentro y por fuera…¿era Virginia?...
Me despierto y a mi lado hay una
mujer. Duerme, su cara es tan fresca, tersa y luminosa como su propio sueño; su
boca, entreabierta como una ranura en el agua, me enternece como a un niño; su
pelo me parece seda que resbalaría entre mis dedos; y sus ojos cerrados,
lánguidos, templados; -aunque no puedo verlos ahora; después de hacerlo tantas
y tantas veces-, me devuelven ese mar cálido, denso, difuminado, profundamente
azul verdoso; que un destello de
gris-para no herirnos demasiado- entristece de nostalgia..La quiero…es
Virginia; mi Virginia..; la mujer que siempre ha estado escondida en mi alma y
que algo, alguien o ella misma, ha hecho aparecer para que pudiera amarla en
vez de añorarla, adivinarla o ensoñarla.
Es otra tarde. Virginia y yo nos
hemos amado con cada cachito del cuerpo –ninguno ha sentido un vacío-; desde el
roce más descuidado hasta el hundimiento más profundo; y nada humano ha faltado
en nuestro tiempo de amor.. No dormimos después. Hablamos, trivializamos,
jugamos; nos entrelazamos, nos besamos, nos miramos..; a veces, nos volvemos a reunir en un abrazo suave,
calmado y mimoso que, casi, reinicia este fuego. Ahora, somos un hombre y una
mujer que se quieren, en una espera sencilla, sin arrebatos sublimes; nada
difícil en apariencia.
No recuerdo cuándo-tampoco hace
falta- tuve a todas junto a mí. La de los
besos enternecidos de amor; la que sacaba mi llama interior que quería apagarse;
la que la hacía crecer, prender todo el cuerpo, quemarse con él y después
extinguirse sin fuerza; y, la de la
casa, la calle y la vida de todos los días. Sé que son la misma Virginia; pero
¡está tan cerca cuando aparece, tan perdida cuando la llamo y tan lejos cuando
es ella la que musita mi nombre y me angustio al no hallarla!
Virginia es el lago, el mar, el cielo,…el
brote, el emerger, la caída,…pero, también, el cisne, la roca, la nieve…Y yo
que he besado sus besos; he sufrido el deseo y he deshecho mis ansias, tengo
que bajar a buscarla para hacerla mía o hacerme suyo; donde quiera que esté.
En mis oídos suena la música que me
trajo el lago. Un tirón en mi alma, una tristeza que me hunde, un ensueño, una
congoja; un repetirse petrificado sin querer seguir; un embargo de
añoranza, una renuncia y un consuelo
piadoso. Después, el sueño del ensueño realizándose, la subida al gozo más
sublime; y, de pronto, la voz que dice “no”, el deseo que no cesa, la lucha
contra aquella…y, al final, la caída, el llanto, el dolor…la locura del hombre
deshecho. Eso era antes, lo que encontraba en la música y en el lago: yo, no
era un cisne para beberse aquel paraíso.
Pienso un instante en la nieve, que
me ha enajenado; traída por otra melodía. Esta vez, los sonidos no quiebran tan
cruelmente. Es un caminar de nostalgias, de jugar con la realidad perdida que
vuelve a nosotros, de gozos elevándose en nuestros recuerdos más entrañables,
de lágrimas que endulzan nuestra boca del alma..; y de renuncia –ya lo
sabíamos- que se enquista en un rictus
de amargura; después de hacerse patente que el milagro de recuperar el pasado no va a suceder.
También aparece el mar-no me olvido
de él- y las rocas que conocen el canto que a mí me hiere. Esa una secuencia de
añoranza dolorida y ensueño que parte de mi ser, hasta que cree alcanzar la
cima quitada; pero, nada…Un momento, sólo uno, se abre el camino .Empiezo a
recorrerlo en un éxtasis sin espera, en un goce anticipado que me anuda la garganta;…Mi
amor –no sé a quién o a qué- está aquí, en todas partes cobijado…y yo lo estoy sintiendo, viendo, casi
tocando…No; algo te detiene, te abre los ojos y miras: no te has movido, no hay
nada cerca, sólo buscas a tu alrededor; sólo te hacen soñar, te engañan,…
vuelve a tu tierra.
Hoy, una mañana de octubre, antes de empezar
la rutina de lo cotidiano; escribo lo que va a ser claro para ti y para mí;
aunque lo sé –lo supe de un golpe- desde el día que te lo dije en un texto que
pudo reducirlo y hacerlo desapercibido. Ahora, estoy seguro, sólo tengo que
desplegar las palabras, los sentires, los sentimientos y las verdades que te
entrelazan con mis paraísos perdidos; los que me rompían porque eran, a la vez,
presencia y ausencia, plenitud y vacío, alegría y dolor.
Recuerdo –ahora lo traigo yo- el mar;
me desprendo del canto que lo acercó, de su juego inocente, despreocupado de mi
y, quizás, necesario; y miro de frente lo que hacen mi cuerpo, mi alma y mi
espíritu…Palpar, buscar, apretar, acariciar, entrar…¿? A mi lado estabas tú, Virginia…¿A quién he
besado con un soplo húmedo, que ha crecido hasta que nuestros labios se han
diluído en nuestro aliento?...¿A quién
he acariciado deslizando mi piel en la suya, para acaba casi extenuado, apretándome
a su cuerpo?...¿A quién ha buscado mi alma –“quién prendióse primero en el hoy
del alma del hombre?”- para hallarse a
sí misma?... ¿Quién te entró, cuando llegamos
apasionados, como un torrente rápido, fluyendo dentro de ti, para crear
otra vida; que ahora era sólo el
deseo?...Virginia; ya no hay un mar
largamente buscado, porque el mar eres tú; ya no pido, ahora te tengo; ya, la
música sólo es una belleza enmarcada que estará a mi lado, como un recuerdo…Virginia.
Eres el amor de mis amores, lo más grande que me ha sucedido, lo que ha
empequeñecido mis quereres de hombre de antes de conocerte…Virginia…tú eres lo
que queda del mar´. Pero están la nieve y el lago; no los paso por alto.
Estaban antes que ella; ¿son ella; creo…? Recuerdo el río –tras la nevada- en
cuya corriente me fundía. Su sangre –porque me daba la vida- me entregaba la
flora, la roca, la caña ,la aurora, la fruta, los prados, los vientos, la
escarcha, la lluvia, la tempestad…¿Virginia me lo trae todo?;
¿seguro?..-“Entonces, te engaña ella, o te engañas tú”-. -“Si se abriera como
una flor,”-… -su boca-; -“cimbreara como
una caña..,”-…-su risa y su juego-; -“desgranara como una fruta..,”-…-la dicha
que esparce-; -“sí, sería tu río; pero…”-
-Virginia es mi amanecer; mi lecho
soñado de mujer; mi aliento para vivir; el agua que riega el deseo! Y ella ha
quebrado la roca, ha parado los vientos y ha amainado la tempestad; para
reblandecer mi alma, aquietarla y enraizarla…Virginia es el río que se bebía la
vida; y ahora me la da cuando yo estaba preparado para dejarla. Virginia lo es
todo y tan cerca que aparece sin llamarla, sin ni siquiera musitar su nombre;
porque ella y yo estamos unidos para siempre…somos la nieve, el lago y el mar.