viernes, 15 de diciembre de 2017

EL NO TIEMPO



                         E L   N O   T I E M P O
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                         ¡Están todos vivos!...No sé por qué he exclamado, alegremente sorprendido, ni todos, ni vivos…Yo estaba dispuesto a escribir; un deseo renacido después de un tiempo perdido en hacerlo casi por encargo –el mío-. Y por eso, y para que algo me llegara para empezar a escribir, estaba  canturreándome, una de mis canción es de siempre. 
          “Extraños en el paraíso”, de Gloria Lasso, era la que había elegido –o ella a mí-, hacía unos días. Pero, esa sensación de belleza, de emoción  y de plenitud, que antes  me  traía la canción, ahora no aparecía; porque los paisajes que veía eran rincones desolados aunque –eso, sí- humanos, demasiado  humanos, tristes y penosos… 
          …Así discurría mi canturreo, mi bloqueo y mi pesar; pero, de repente, ante algo que vi; exclamé la frase: Era un lugar, aparecido ajeno al paisaje anterior, con una realidad  rotunda, viva y despierta. 
          Un paraje –un trozo casi enmarcado- de campo, al parecer un huerto; y dos personas, inmediatamente reconocidas -mi padre y mi madre-que faenaban en él. Ella, había vuelto la cabeza –supongo- hacia mí; él había dejado lo que hacía y con su azada apoyada en la tierra, me estaba mirando. Parecía estar en su madurez, en su edad fuerte y afanosa, en el trabajo que se hace, cansa y se vuelve cada día. Y, si me miraban era, sencillamente, porque alguien –yo, un desconocido- los había sorprendido y, quizás, importunado, 
          Aquello, que podía parecer una escena del pasado –algo que ya no era-, tenía, sin embargo, la fuerza de la realidad presente, su indudable “estar ocurriendo en esos momentos”; y yo no dudé ni un instante en reconocerlo y, por supuesto, asombrarme de que estuvieran vivos, en su propio tiempo y, a la vez, en el mío. 
          Después, pese al encuentro, a mi convicción, a mi alegría y a la rareza de que no me reconocieran; seguí adelante, como si nada me hubiera ocurrido o afectado y como si ya formara parte de esta realidad irreal. 
                                                      -----o----- 
          Seguir adelante no es justamente lo que hice; porque si el lugar me lo encontré repentinamente, al parecer, llegando por mis propios pasos; ahora, lo que veía era una vereda detrás suya, pero después de desaparecer el paraje del campo. 
          Sin moverme de donde fuera que estuviere, el camino lo sentía como un sendero que no muy lejos, llegaba a lo que podía ser un bosque, y lo cruzaba hasta un recodo que n o me dejaba ver más. 
          Todo era una naturaleza virginal, fresca y limpia; que acercaba la ocredad de la tierra al verdor de la arboleda; y ésta subiendo a las alturas, también ocultaba lo que podía haber –si lo hubiera- más allá… 
          …La sensación de lo que estaba ocurriéndome se iba de la belleza del lugar, porque éste, sobre todo, me llevaba a un estado tenso y emotivo, en el que se enlazaba el extraño encuentro de antes, el de ahora y la intuición de que este nuevo camino iba a ser tan sólo, el tránsito entre tiempos; aunque recorrido embargado por una espera in esperada… 
          … Empecé a andar. La tierra del sendero estaba endurecida, fría y desherbada; pero el pasar por ella hacia el bosque era acogedor y seguro como una senda en la naturaleza; aunque no te acompañaba en nada más. 
          La arboleda que orillaba el camino no dejaba ver mas que una impenetrable hilera de troncos enhiestos y apretados que, desde muy abajo, se ocultaban en un follaje enverdecido y denso, afilado en sus copas, a tanta  altura, que parecían desaparecer ellos, junto con todo lo que allí hubiera… 
          Todo lo que de lejos era bello, aquí se hacía extraño e inhóspito para mí, aunque el caminar no iba a detenerse, mientras pudiera… 
          …El trecho que recorrí dentro, hasta que llegué al recodo en el que desde fuera había reparado, no me deparó mas que el deseo de salir de allí; porque, aunque a soslayo, traté de ver a través de la maraña de árboles, no encontré nada –algo que ya sabía-. Por eso, sólo seguí el sendero –lo único cercano- sin esperar nada más. 
        E igual que sucedió con el primer encuentro, de pronto, al doblar el recodo, el paraje anterior desapareció: solamente, era otro paso entre tiempos. 
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          Ante mí, el campo; como un paisaje que desolaba mi sentir. Un lugar en el que la tierra perdía todo su refugio: una vastedad en la que no se veían sus confines, no  habían más que restos resecos de vegetación, el relieve era un caos de llanuras y lomas arrasadas, y, hasta el aire que lo cubría sólo exhalaba  podredumbre y muerte.
          Aquí, también salía un camino; pero, lo sentía real –no de paso-; de una vida que se  había asentado en un tiempo y que aún existía, aunque la presentía penosa y agónica. Andando por esta vereda deshecha, seca y polvorienta; a lo lejos vi lo que semejaba una choza y gente; realmente, alguien que me miraba y un rumor de otras que debían estar cerca suya.
          Quien me miraba, sin duda, era un ser humano, un hombre, pero todo en él tenía el trazo, evidente, de estar enajenándose.  Un rostro congestionado, embarbado y mugriento; un resto de vestimenta que se caía a jirones; y, sobre todo, su cuerpo vacilante, agarrotado y torpemente hostil y asustado.
          La gente que se sentía detrás, no la notaba  mas que por ese ajetreo de pasos y ruídos que la delataba. Y, aquello no era una choza, sino una casa de campo, derruída en buena parte, que mostraba el deterioro por el tiempo –o por lo que fuera-…
          …Lo que yo tenía delante era otro hecho de vida. Esta vez, como la huída ante una catástrofe ocurrida, quizás, en otro lugar; y el destrozo que causaba en mente y cuerpo, una desesperada lucha por sobrevivir que bordearía la locura.
          Y yo no hacía nada; tampoco sentía pena por ello, sólo asombro –humano- por lo que parecía un horror, tan natural como humano. Sin embargo, una sensación de extrañeza ante este encuentro –también, el primero-, el que me miraran –sorprendido-, el que no pasara nada después, y, este revuelo del tiempo…; una sensación de extrañeza era lo que me embargaba y me vaciaba de lo demás…
          …Después lo que yo estaba –aparentemente- viviendo, empezó a parecerme como una escena que se albergaba en mi mente, sólo eso; y lo que había sentido vivo había desaparecido en ella…
          …Poco a poco, el sentirme estancado dio paso a una sensación hecha de frustración y tristeza; porque todo había comenzado con el deseo de escribir, con atrapar una melodía llena de hondura, y, tras un periodo de bloqueo y pesar, tener aquella primera visión de vida que, sin expresarlo bien, me llenó de alegría;…y, ahora, esto, que me devuelve a un vacío del ánimo.
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        Como hago otras veces –porque quiero escribir, sentir y saber- vuelvo a traer la melodía a mi ser; y no permanecer en esta nada a la que he llegado; pero, no, forzarla, para que lo que venga esté determinado por lo que he sabido en los encuentros.
          Desgrano lentamente cada nota, cada acorde y cada frase; y los sentires que despiertan –viejos conocidos- fluyen dulcemente dentro de mí. La nostalgia, la pena reconfortada, el ensueño abandonado, la extraña sensación de dicha a pesar de la pérdida de lo que se anhela –y, a veces, casi se desconoce-; vuelven a aparecer como siempre. Y, también, esa engañosa búsqueda de lo que deseo, a través de un retazo de la melodía; que, repetidamente, no llega a ningún sitio…Así, finalmente, la música se vuelve una cantinela, que acabará en silencio.
          Pero algo surge de dentro de ella; algo que estremece y despierta mi emoción. Y ahora no son encuentros con gente de un tiempo que no sé si es el mío, el suyo o el de todo; sino trozos de vida del pasado que están ocurriendo delante de mis ojos, siendo yo alguien de mi propio tiempo que ha llegado –o recordado- al    suyo…
          …La primera escena, la que rompió la monotonía de una música que callaba, apareció cuando ésta mostró un sendero que bordeaba la valla de lo que semejaba un jardín; pero con tanta exuberancia fresca y enverdecida que se sentía un bosquecillo, cuyo ramaje yo iba separando para ver lo que allí había: una escena con mis padres jóvenes, alegres y divertidos en una terraza enmarquesinada de un bar, al que  a veces íbamos en salidas de domingo.
          Pero, lo de mis padres no era lo más crucial en este paraje del tiempo pasado. Lo de ellos –en sí mismo- podía ser un recuerdo nostálgico ligado a mí. Pero ¿qué hacían también otras escenas de vida, desunidas de la mía o meras ficciones?: ¿Humphrey Bogart  en el salón en Casablanca, Montgomery Clift junto al árbol de la vida, Natalie Wood desaparecida en Esplendor en la yerba?...Ellas, aquí; por las que no suelo sentir apego, sino pena;  cuando, por algún motivo las he vuelto a ver; hacen más extraño lo que está pasando.
          Sin embargo, en este lugar en el que han aparecido, mi sensación es otra muy distinta a la de los recuerdos de otras ocasiones…Vuelvo a sentir que todos están vivos, en esta inesperada realidad.
          Mis padres no me ven; pero esos  momentos de vida también son míos, aunque no aparezca en ellos. Con los demás, las escenas en las que los había conocido ya n o son –o no parecen- ficciones.. Y, aunque los tiempos y los lugares estuvieron separados, ahora son de lo que siento como un “no tiempo”, y están en un “no lugar”; aunque todos están viviendo algo que transcurre y está aquí…
          …Todos –mis padres y ellos- están viviendo. Que lo hagan mis padres no es nada extraño; salvo porque había sucedido en lo que fue mi pasado, aunque ahora parezca mi presente. Pero, los otros no vivieron una historia real, sino una simulación, que, extrañamente, es lo que está ocurriendo delante de mí; y que siento tan verdadera como la de los míos.
          Realidad, de unos y de otros, es lo que hay en este lugar –“no lugar”- y en este tiempo –“no tiempo”-. Y estos “noes” son así –absurdos, pero evidentes para mí-; y llegan desde la sensación de intuir, que podía ver a mis padres en otros momentos cercanos o lejanos –en su tiempo- de éste; y en todos estarían llenos de vida, dejando fuera, como si no fueran de ellos, los que  fuero sólo “sobrevivientes en ella”: habría un tiempo y un lugar en los que ellos serían “marionetas” que vivirían en lo que nos parece realidad; y el “no tiempo y lugar” en el que serían reales, en sí mismo;…existentes, separados del avatar del vivir.

                 

        

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