E S T
O E S
A S Í
En mi recuerdo suena una
canción…El salón de la casa, el gramófono y su sonido, los muebles, los
cuadros, los adornos que decoran
rincones y paredes, y, hasta el mismo aire cargado de una luz en penumbra;
…todo recuerda un tiempo pasado; que
ennostalgia y entristece, porque no pudo escapar de su momento para seguir
siendo.
La canción sigue sonando en su tiempo y en el mío. Ahora, en el gramófono, lo hace
como una más de moda, en la voz del hombre que ha entrado en la estancia, en
un juego salpicado de gestos y posturas
que muestran la alegría de aquel; y en mi alma se siente –como siempre-
enmarañada de belleza, anhelo, dicha y pena.
…Las primeras notas, sus cadenas en acordes
y la melodía que va componiéndose; consiguen que mi voz se una a la de aquel, y
la dulzura que me llena el alma se una a su bienestar; en él expresado casi con
“tonterías” y, en mí, en un corazón que se altera y en una mueca que lo
aquieta. Pero, mientras que en el hombre, ahora, sólo hay felicidad; en mi alma
también hay pena y en mi sentir, dolor: él no puede saberlo, pero ahora no
existe.
La música embriaga tanto que, aunque
sus notas recorren un camino de alegría, exaltación, pero, también, de pérdida, tristeza y anhelo; aquel
sigue –quizás aferrado- con su dicha…Lo que la melodía lleva en su más hondo se
queda en algo suyo –algo del hombre-tan escondido como su propio desaparecer;
y, ahora, sólo es una bella y pegadiza canción.
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“Casi sin dejar de cantar atraviesa
el salón, habla con alguien en otra habitación, regresa y empieza a
preparar…;….da igual, lo que vaya a hacer;…porque, entra la otra persona y…
…La escena, de pronto, enmudece; pero
no sólo la canción, las voces, los pasos; también se ha quedado sin color, sin
olores, sin relieves que la llenen; todo se ha vuelto plano. Pero no, como una
fotografía que plasma un momento de vida real cargada de su vivencia, sino como
figuras y objetos, sustentados y moviéndose en nada.
…Sin embargo, es su vivir. Y es su
historia la que empieza a transcurrir traída por mis recuerdos, a la vez que
este extraño absurdo –en el que nada parece realidad- sigue adelante con su
devenir.
Pero no puedo continuar, sin más: mi
memoria es real, mis recuerdos, son sobre otro tiempo, mi sentido está
percibiendo ahora…y esta pantomima es ¿de este tiempo?...
No entiendo lo que sucede, y todo se
me vuelve pregunta; pero, junto a este no saber, emerge la certeza –creciente,
inesperada y súbita- de que algo del pasado, no sólo su recuerdo, sigue siendo
después; y esto que ocurre…está en mi
tiempo. Y, aunque lo que ahora veo –ni
ensueños, ni memorias- se muestra como un desvarío en la mente; mi sentir lo
entraña, y, demasiado cercano a lo posible.
La certeza, aún no está en mi mente.
Sin embargo, ésta, movida por algo que desconozco, empieza a sumergirse en lo
más profundo de ella misma; y, extrañamente, noto que el tiempo se mueve hacia
el pasado…
…De pronto, el vivir que fue en
aquella casa, lo tengo tan cerca que parezco vivirlo, no recordarlo; aunque,
sin ser, yo, nadie de entonces.
Y aquella escena, que me trajo la
canción, continúa…Viviéndolas, sin ser mías, suceden otras y otras; en un continuo
transcurrir de la historia, hasta que llega su final –el que yo había
conocido-.
Después de lo que parece haber sido
un recordar vivencias,-aunque en un
proceso extraño- no se aquieta la mente; sino que sigue –removida por aquello
que la hundió en sí misma- y todo se me hace un delirio…
…En un pasar a través de un espacio y
un tiempo, que son atravesados como si no existieran, vuelve a aparecer la
historia –que ya había agotado su tiempo- y veo lo que va quedando de ella, al
recorrer su futuro.
Aquella escena, la que se volvió de
“figuras y objetos, sustentados y moviéndose en nada”, es el final al que me lleva
el caminar de mi mente. Pero, no hay una sola escena, sino una sucesión de
ellas, que van perdiendo vida, al irlas encontrando; y la última –virtual, como
una tira cómica- las hace comprensibles: son
como una vida de sombras fantasmales en la que las personas de la historia,
van repitiendo sus propios vivires; aunque, ahora, como los ecos de aquellos
que fueron, esparcidos en todos los tiempos; pero, vacíos de sustancia,
desoídos, ignorados e inevitables para ellas mismas.
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Mi mente se queda quieta; y mi
sentir, bloqueado por la evidencia de que aquel pasado está en mi presente,
pero, no tiene vida. Sin embargo, no todo está quieto; porque seguimos vivos –
de alguna forma- yo, la canción y la historia.
Algo mío –apartado de la mente-
vuelve traer la melodía; que, susurrada, quiere entrar en la escena primera que
enmudeció…Mientras discurre este vivir –encerrado en sí mismo-, y la canción,
apenas, es sonido; nada se altera en esta realidad mía y de ellos. Pero ese
algo –empujado por mi anhelo de ser- hace que la música deje de ocultarse en
el consuelo; y suene fuerte, briosa y
palpitante,…intentando remover la escena; y sin que yo pare el absurdo.
Antes, cuando con mi mente, recorrí
el devenir de la historia desde su presente al mío; las imágenes que veía eran
como flashes sustentados en el vacío, pero, ahora, las de la escena están tras
una pared de cristal. Además, esta escena que inició todo – solamente diferente
de aquellas, porque se mantenía como en
una pantalla en la que se iba secuenciando el vivir- parece tener otra entidad;
quizás, la que me está llevando a quebrar su apariencia en la nada.
La canción, cada vez, se hace más trepidante;
tanto que, si estuviéramos en la realidad inequívoca, el cristal que nos separa
saltaría en pedazos; pero, aunque no sucede en la escena, sí lo hace en la
canción; porque ésta rompe su melodía y se queda en una nota; que acaba en ser, más que música, un
grito, una arremetida contra este absurdo;…pero, nada…
…La nota desaparece, se hace el
silencio, y, mi impulso se aquieta. Después, vuelve la melodía que quería
entrar, nuevamente susurrada, aunque ahora parece que se queda en mí; sin que
traiga –como antes- consuelo, sino calma; una calma que parece ir haciéndose
ternura, y, poco a poco, una brizna presentida de alegría.
No sé si es esta sensación, o algo
que hay en la melodía, que no he sentido, pero repito una y otra vez sus
notas;…y el sentir –creciendo su contento- hace sonar otros acordes, que canto –ahora sí- sin titubeos, no
a las escenas, sino a las personas que las viven.
Y noto que, sin saber por qué,
jugueteo –mímica y gestos- al hacerlo; de igual forma, que se hace con alguien
a quien se quiere sacar de su malestar o su apatía.
De pronto, y sin que yo lo esperara,
porque no había habido ningún movimiento en la escena –seguía plana, muda y
desvanecida-; veo que aquel hombre –después otras personas- se vuelve hacia mí
y me mira. Y su mirada es la de alguien –a quien he querido ayudar- diciéndome
que “esto es así; sin más”.
Después, todo retorna a lo suyo; y no
comprendo más, que en mi juego de antes hacia ellos, yo era, realmente, el que
necesitaba salir del malestar. No comprendo nada más; pero no me siento mal,
sino, extrañamente tranquilo.”
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Ahora estoy solo; sin escenas, sin
canción; sin nada de lo que he estado ¿viviendo?...Estoy en el presente inequívoco;
y en mi pensar solamente tengo lo que me deja en la conciencia y en el recuerdo, un sueño sin
más: un suceso que he vivido; extraño, absurdo, inimaginado; lleno de sentires,
preguntas y dudas; y fuera de lo que creo posible. Y esas escenas, la canción y los avatares; aunque
parezcan tener fuerza de realidad, solamente los puedo asegurar en el vivir de un sueño;
pero sólo consigo que lo acepte mi razón…
Como mi cabeza –término vulgar; amplio,
impreciso y no comprometido- es un hervidero – otro vulgarismo- de cosas-otro
más- que llamo ideas, sentires, sentidos, algos, mente, recuerdo, razón, alma
sueños…; que no logro conciliar, explicar, o entender;…yo –tampoco lo tengo
claro- decido dejar de intentar comprender los hechos. Pero, quiero que sigan
revoloteando dentro de mí y liberarlos, para volver a traerlos a mi presente –inequívoco- de ahora…
De todos los hechos, el de no saber
si los vivires del pasado siguen en el presente –o siempre- vivos, como los
entrañaba el sentir; existiendo –“esto es así”-; o burlados en su devenir
cayendo;…es éste, el que más altera mi “dejar estarlos, sin más”.
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