S U E Ñ O S D E L A LM A E N C E R R A D A
Los sueños del alma
encerrada en un cuerpo –el ser entrañado en el existir-fueron el comienzo de
todo, y fue un duro empezar; porque la
primera melodía - dura, oscura y plena-
llevaba al mar, pero al que ya no es nada de la vida; y, en él se perdían el
cuerpo y la mente del que buscaba: palpó las aguas, se oscurecieron, se
densaron y se hicieron impenetrables;… pero las olas sabían el misterio, a la
vez que calmaban y ennirvanaban al hombre; aunque éste no comprendía qué era lo
que se ocultaba en el abismo.
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El mar –otro mar, también extraño al vivir- se le volvió
pequeño: un lago y unos cisnes
entregados al cantar del agua, poseían el secreto caído en el fondo
aparentemente cercano al hombre; pero tampoco supo encontrar, conocer y sentir
lo que convertía a las aves, cuando se hundían en su danza, en las
poseídas de los ensueños.
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Después se fue del mar, del algo y se
quedó en la orilla de una isla –llevado por una canción nostálgica que
sobrevolaba las aguas de una guerra-, y en ella, el dolor, la tristeza y la
pérdida se endurecían, mientras el mar se
acercaba tanto que las pequeñas vidas se llenaban de él y el hombre se
quedaba solo.
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Al final se acercó a un muelle y se
sintió atraído –peligrosamente absorto- por el agua ennegrecida, grasienta y
sucia que se orillaba en las defensas de piedra; pero un mareo, un bolardo, un
cerrar los ojos evitando el tirón,… y una
mirada al mar alejado de estas aguas, lo llevó –como siempre- al lugar
que llamaba a su alama.
Y
esta vez se hundió en él. Y fue agua entre aguas cuando se deshizo en
una gota; avanzó entre ellas y con ellas
en un mar sin vida; hasta alcanzar una playa orillada de bosques clavados desde
siempre en una tierra enbarbechada;…Y, de pronto, lo vió a él; se miraron,
creyó-desconcertado- reconocerlo, y, dudó sin que la duda dejara un vacío…Se
rió -como Nietzsche de sí mismo- pero la
inquietud se quedó en su alma, aún encerrada.
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El mar, siempre fue el lugar al que
llegaba, buscando lo que la música le decía al alma –o el alma le decía al
mar-;y, siempre, fue nostalgia, ensueño y pérdida…por algo que, hundido en las
aguas, penetraba tras el abismo, y, hacía surgir su anhelo…
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…Nunca pudo encontrarlo. Solamente
llegó a sentir, dentro de las aguas, que éstas y él no eran sino dos formas de
existir, cada vez más deshechas, pero cada vez más sí mismas y más siendo desgarros del Ser-almas-.
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