miércoles, 3 de febrero de 2021

Sueños del alma enmcerrada

                         S U E Ñ O S    D E L    A LM A    E N C E R R A D A 

 

                        Los sueños del alma encerrada en un cuerpo –el ser entrañado en el existir-fueron el comienzo de todo, y fue  un duro empezar; porque la primera melodía  - dura, oscura y plena- llevaba al mar, pero al que ya no es nada de la vida; y, en él se perdían el cuerpo y la mente del que buscaba: palpó las aguas, se oscurecieron, se densaron y se hicieron impenetrables;… pero las olas sabían el misterio, a la vez que calmaban y ennirvanaban al hombre; aunque éste no comprendía qué era lo que se ocultaba en el abismo.

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          El mar –otro mar,  también extraño al vivir- se le volvió pequeño: un lago y unos cisnes  entregados al cantar del agua, poseían el secreto caído en el fondo aparentemente cercano al hombre; pero tampoco supo encontrar, conocer y sentir lo que convertía a las aves, cuando se hundían en su danza, en las poseídas  de los ensueños.

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          Después se fue del mar, del algo y se quedó en la orilla de una isla –llevado por una canción nostálgica que sobrevolaba las aguas de una guerra-, y en ella, el dolor, la tristeza y la pérdida se endurecían, mientras el mar se  acercaba tanto que las pequeñas vidas se llenaban de él y el hombre se quedaba solo.

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          Al final se acercó a un muelle y se sintió atraído –peligrosamente absorto- por el agua ennegrecida, grasienta y sucia que se orillaba en las defensas de piedra; pero un mareo, un bolardo, un cerrar los ojos evitando el tirón,… y una  mirada al mar alejado de estas aguas, lo llevó –como siempre- al lugar que llamaba a su alama.

          Y  esta vez se hundió en él. Y fue agua entre aguas cuando se deshizo en una gota; avanzó entre ellas y con  ellas en un mar sin vida; hasta alcanzar una playa orillada de bosques clavados desde siempre en una tierra enbarbechada;…Y, de pronto, lo vió a él; se miraron, creyó-desconcertado- reconocerlo, y, dudó sin que la duda dejara un vacío…Se rió  -como Nietzsche de sí mismo- pero la inquietud se quedó en su alma, aún encerrada.

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          El mar, siempre fue el lugar al que llegaba, buscando lo que la música le decía al alma –o el alma le decía al mar-;y, siempre, fue nostalgia, ensueño y pérdida…por algo que, hundido en las aguas, penetraba tras el abismo, y, hacía surgir su anhelo…

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          …Nunca pudo encontrarlo. Solamente llegó a sentir, dentro de las aguas, que éstas y él no eran sino dos formas de existir, cada vez más deshechas, pero cada vez más sí mismas y  más siendo desgarros del Ser-almas-.

                      

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