miércoles, 10 de febrero de 2021

Una tarde miraqndo atrás (Primera parte)

 

U N A    T A R D E    M I R A N D O    A T R Á S   (primera parte)

 

                         Por la tarde, desde mi balcón: la luz calmada, sesteando entre el día y la noche, sugerente de ensueños lejanos y resignando el hacer de la mañana tan cercano a la tierra...                                                                                                                                                                                                               Pero ,a veces, mi mente se despierta, cantando la sombra de una melodía, que - al  evocar  mi  adolescencia – interrumpe  su rutina  sosegada , y se  emociona; tanto y tan bruscamente,   que,  de pronto, se siente  entrañada en el gozar, en la ternura y en la pena.

         Y esa luz, tan despegada de la tierra, y una  colina cercana arbolada y viva; hacen que un alto edificio, sobrio, vulgar y anodino, al llenarse  de todo lo que le rodea, lleve la canción al lugar en que fue vivida: Cádiz, en mi juventud; “Somos jóvenes” del Dúo Dinámico; recuerdos…

        El cine Caleta es el primero de ellos; quizás porque desde la azotea de un edificio cercano veíamos las películas…Pero, la memoria no se detiene en él; y lugares –entonces, solamente sitios de vida- van -apareciendo, como si recorrieran una pasarela; aunque demasiado cargados de una emoción que, en su tiempo, no parecía sentirla.                                                                Una playa cercana, un balneario, un parque, un  puerto..; eran las imágenes de lugares sencillos unidos por la cercanía del mar, por el verano, por la luz sugerente y extrañada que los trajo, por  el ocio y por la cotidianeidad –a veces la rutina- que no era precisamente, la aventura, el ensueño, ni siquiera pasarlo bien; sino la vida, sin más, con sus momentos tan dispares, desde la alegría hasta la tristeza.

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          Estas imágenes se hacen más entrañables –y, por ello, emotivas- cuando recuerdo lo que sucedía en esos lugares y las personas con las que estaba: Si soy minucioso y desgrano las situaciones; siento ese vivir desplegado en el tiempo y en el espacio como algo –una vez hecho- clavado en la existencia, inmutable, eterno e incuestionable: ha sido y es, sin más;…siempre que el recuerdo –aunque; a veces manipulado- sea de algo que sucedió. Y ese recorrer el hecho, me hace sentir ternura, alegría o tristeza; y, casi siempre, pena ajena a lo que ocurría porque…no lo sé; aunque siento que no es el absurdo deseo de revivir el pasado, “que fue mejor que cualquier presente cuando no se es joven”: porque el pasado pudo ser más penoso, incierto y vacío que el hoy;…¿la pena es porque el pasado no existe?”…   

          Con las personas hay sentires parecidos, casi desvinculados de mi relación con ellas y cómo se portaron conmigo: siento, básicamente, cariño, ternura y pena; además, por supuesto, de la certeza de que son, hayan desaparecido o no. Pero, con ellas, la pena es mayor porque creo que alguna vez, al preguntarse por los recuerdos, se apenaron como yo mismo…o, peor, se sintieron burlados por lo que se lleva el tiempo, aunque deseen que todo permanezca; una vez, desvinculen la nostalgia del pasado del querer volver a vivirlo.

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          La canción ha llegado hasta aquí; pero al pasado –a sus lugares, personas y vivires-también he ido a tratar de sentir algo de ellos, a reencontrarlos en el presente o a rememorar nuestros ayeres ...

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          Lugares desaparecidos, alterados, intactos y extraños. Unos no habían dejado ni una huella de que habían existido, y nada en ese espacio y desde su tiempo me hacían sentir que habían sido;  los restos de otros –que sustentaban lo nuevo-  mostrando su deterioro, me traían –quizás, yo lo creaba-pena, reproche y no resignarse a perder la vida, aunque sólo habían sido una contingencia en ella; algunos –muy pocos- permanecían enteros, pero sin vida humana; y, aunque yo trataba de situar en sus espacios lo que hacíamos en ellos, recordar, sentir presencias, forzar el tiempo pasado para que se hiciera presente, como si no se  hubiera ido… nada aparecía –ni física, ni mentalmente- y, lentamente, desaparecía hasta el recuerdo; porque una sensación de extrañeza es lo que quedaba, sintiéndome burlado por mí mismo.

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         Mis compañero, amigos y colegas del pasado, me han causado –al reencontrarme con ello- ternura, alegría, tristeza y sentimientos dispares; porque aquellos eran similares a los del recuerdo de lugares y personas; pero en ellos, sus sentimientos y preguntas dispares  mezclaban  la pena de haberse ido sus pasados –como el mío- con la muletilla de “Ay, aquellos tiempos; ¿ quién fuera…?”, con la no pregunta sobre los recuerdos –algo  natural y sano-; y, con haber sepultado el anhelo de eternidad –de ser, no sólo de existir-,para  sustituírlo por el de vivir lo más que se pueda y la otra muletillas del “Carpe diem” llevada a la falsedad.

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          Al final, ni el recuerdo ni el reencuentro con mi pasado –ni los lugares, ni las personas, ni los vivires-; me dicen el por qué siento esa pena que trasciende lo que fueron en esa existencia, y, esa nostalgia –que ignora-..,“de qué”.

 

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